La meta de una rinoplastia siempre deberá ser lograr una nariz que no parezca operada y que encaje en el rostro, en armonía con las demás partes de la cara. Conseguir una nariz natural, sin estigmas de haber pasado por quirófano y, además, que sea funcional.

La clave, el diagnóstico
La clave para un tratamiento correcto es el diagnóstico, porque solo vamos a corregir aquello que hemos diagnosticado.
Si la nariz únicamente necesitase una simple disminución de una pequeña giba, elevar mínimamente una punta caída, afinar la punta o rellenar un pequeño hundimiento la operación será muy sencilla, rápida y de fácil recuperación. Pero no siempre es así.
Podemos imaginar que una nariz es difícil de operar cuando al referirnos a ella añadimos la palabra “muy”: muy grande, muy ancha, muy torcida, muy caída, con piel muy gruesa o muy fina o una nariz muy rara. También son sospechosas de dificultad, aquellas narices que tienen adjetivos: nariz de Pinocho, en pico de loro, de cerdito, en silla de montar, traumática, racial, etc.
Además, las narices pueden tener alteraciones de la punta o del dorso, pero también de su parte funcional, del septo, de los cornetes o de las válvulas externa o interna. Esta diferenciación no es muy válida pues existe una íntima relación entre la anatomía y la función.
De todas formas, la parte más compleja es, sin duda, la punta nasal. Son tantas las variables de forma, tamaño y posición de los cartílagos de la punta que no solo han de ser reconocidas sino también corregidas mediante maniobras delicadas y precisas. Unos cartílagos voluminosos van a provocar una punta bulbosa o cuadrada, mientras que si están colocados muy verticalmente fácilmente pueden ocasionar un pinzamiento de la punta.
La rinoplastia secundaria
Las rinoplastias complejas o difíciles con frecuencia pueden necesitar más de una intervención para obtener el resultado deseado.
Aún más complejas pueden ser las narices que han sido operadas previamente y cuyo resultado puede haber sido deficiente, mediocre, malo o desastroso. Se denomina rinoplastia secundaria y su mayor dificultad estriba en que nunca sabemos con certeza lo que nos vamos a encontrar.
En estos casos es necesaria una gran experiencia y recursos para resolver no solo las alteraciones que hayamos previsto sino, también, las que nos podamos encontrar.
Acrecienta la dificultad el tejido cicatricial, la disminución de la vascularización y, en algunos casos, la falta de cartílago en la propia nariz. Cuando es así, recurrimos a tomar cartílago de las orejas o de las costillas.
En resumen, podemos decir que la rinoplastia difícil es el verdadero reto para el cirujano plástico que ha de preparar con estudio y resolver con técnica y sensibilidad.
Si quieres seguir profundizando sobre la rinoplastia, puedes consultar más detalles sobre esta intervención en el siguiente enlace sobre la rinoplastia o solicitar una consulta en la Clínica Dr. Arquero.