La anatomía nasal es de una gran complejidad, una maravillosa estructura con funciones respiratoria, olfativa y estética dentro de un apéndice de dimensiones reducidas. La cirugía que trata este órgano se denomina rinoplastia.
Para entender en qué consiste una rinoplastia debemos tener en cuenta que la nariz está formada por una cobertura elástica, la piel y los tejidos blandos, extendida sobre una estructura de sostén, los huesos y los cartílagos. Cualquier modificación que realicemos en esta estructura sólida hará que la piel se adapte a ella y refleje la arquitectura subyacente provocando cambios en la forma de la nariz.
El resultado dependerá, además, del grosor de la piel y del tejido celular subcutáneo (capa de grasa), del grado de retracción cutánea y de la intensidad del proceso cicatricial.
Podemos denominar nuestra rinoplastia como “ARQUIESCULTURA NASAL” pues es resultado de dos actividades artísticas complementarias: la arquitectura nasal, que nos permite modificar las estructuras de la nariz y la escultura, con la que remodelamos su superficie y contorno.
La forma de la nariz (rinoplastia estética) está completamente relacionada con su función (rinoplastia funcional) lo que aumenta la complejidad de la cirugía nasal. Funcionalmente, deberemos preocuparnos por resolver o minimizar aquellas alteraciones que impidan el buen funcionamiento nasal. Estéticamente, elegiremos el tamaño, la forma y la posición de cada una de las partes y del conjunto de la nariz para que esta armonice con el resto de cara, dependiendo de la raza, sexo, edad y preferencias de cada paciente.
Con esto queremos poner en valor la importancia de la rinoplastia PERSONALIZADA, de manera que el resultado mejore la función respiratoria, que su apariencia sea natural (no sea reconocible su paso por quirófano) y que encaje y esté en armonía con el resto del rostro. En España una de cada 10.000 personas se somete cada año a esta intervención y todas son diferentes.

En esta escultura de mármol, el velo se adapta a la superficie del rostro como la piel sobre la nueva estructura ósteocartilaginosa de la nariz. “La Virgen velada”, Giovanni Strazza, 1850. Convento de la Presentación, St. John’s, Newfoundland, Canadá.
Rinoplastia funcional
En la primera consulta realizamos unas pruebas al paciente para valorar el grado de alteración de la respiración nasal. Es frecuente encontrarnos a muchos pacientes que creen que su respiración es buena, pues siempre han respirado mal y les parece que eso es lo normal. En este caso, solo mediante unas pequeñas maniobras podemos demostrarle que su respiración puede mejorar. Para confirmar el diagnóstico solicitaremos otras pruebas para que nos permitan determinar la causa y su intensidad.
La causa más frecuente de la dificultad respiratoria nasal es la disminución del tamaño o la obstrucción de una o ambas fosas nasales. Esto puede ser debido a: Desviación del septo nasal (tabique de hueso y cartílago que separa ambas fosas nasales) y que se manifiesta en desvíos de la punta, dorso o ambos. Hipertrofia de los Cornetes (muy grandes) que calientan y humedecen el aire pero que pueden llagar obstruir una o ambas fosas nasales y suelen acompañar a desvíos del septo y alergias. Alteraciones de las válvulas nasales inferiores (narinas u orificios de la nariz) que acompañan a una punta caída, o de las válvulas superiores (que se encuentran entre los cartílagos de la punta y del dorso) y que aparecen en narices con deformidades o malposición de dichos cartílagos (alares y laterales superiores o triangulares).
En ocasiones la causa de una respiración nasal inadecuada no está en la nariz sino en la boca. La incompetencia labial, que se produce cuando los labios en reposo no cierran adecuadamente, especialmente al dormir, provoca que el aire entre por la boca y no por la nariz, alterando el normal funcionamiento de esta.
Por unas u otras razones, la dificultad o imposibilidad de respirar por la nariz, ya sea cuando estamos relajados, haciendo ejercicio o durmiendo, nos obliga a respirar por la boca. La respiración bucal, hace que el aire entre en las vías respiratorias sin estar preparado, es decir, frio, seco y sin filtrar, lo cual reseca la garganta y dará pie a posibles infecciones respiratorias (rinitis, sinusitis, faringitis, bronquitis o neumonía), incapacitación para realizar determinados ejercicios y esfuerzos físicos, alteración del olfato y del sueño, sangramientos, etc.
Rinoplastia estética
La forma y tamaño de la nariz dependen de factores genéticos (racial y familiar), hormonales (edad) y adquiridos (traumatismos, infecciones, tumores, etc.).
A nivel estético la nariz esta en el centro de la de la cara y sobresale proyectándose hacia los demás, por lo que tiene un papel fundamental en la armonía facial y posee un importante valor psico-social. Reclamo de atracción personal, o de todo lo contrario, influye en la percepción de nuestra propia imagen, en la autoestima y en la seguridad en nosotros mismos.
Aunque los cánones de belleza de un rostro dependen de diferentes factores sociales y cambian en los tiempos, podemos considerar que una nariz es bonita cuando encaja en el rostro, su tamaño se corresponde con las proporciones del resto de la cara, es simétrica y no presenta ninguna alteración disonante en la piel ni en el contorno. Es frecuente que nuestros pacientes nos traigan fotos de personas famosas o de sí mismos con su nariz retocada mediante la tecnología o la inteligencia artificial indicándonos que esa es la nariz que desean conseguir. Cuando consideremos que, dadas las características individuales de su nariz, estas expectativas iniciales son inviables deberemos dejar claras las posibilidades reales de su rinoplastia.
También tendremos presente que la nariz no está sola y que las dimensiones o la posición de las otras partes de la cara afectan a la misma nariz: si tiene un mentón retraído la nariz parece más grande, si el maxilar superior está retraído hará parecer la nariz más proyectada… En estas ocasiones, para conseguir un mejor resultado, podemos corregir al mismo estas alteraciones de las que frecuentemente no son conscientes.
La modificación de la nariz tras la cirugía puede afectar a la personalidad del paciente, por lo que debemos asegurarnos de que es una persona mental y físicamente sana y de que está especial y debidamente informada al respecto para aceptar los cambios sin perjuicio en su equilibrio psíquico. Por tanto, como podemos observar, la forma de la nariz de la que partimos, las expectativas iniciales del paciente y el perfil psicológico que le permita asumir los resultados de la rinoplastia son factores que aportan aún más complejidad a la cirugía nasal.
Es muy importante programar la cirugía con un claro objetivo, una planificación minuciosa, sin dejar nada a la improvisación, adecuando las técnicas y procedimientos a cada caso, sin olvidar que el cirujano debe elegir aquellas en las que esté más cualificado sin dejarse llevar por las modas: es más importante el técnico que la técnica. Debemos aportar a cada paciente toda la información y seguridad que necesita, fundamentando el compromiso de la cirugía en la comunicación y en la confianza. Personalizar la rinoplastia puede necesitar más de una consulta.
Después de realizar la exploración previa completa y de ofrecerle su diagnóstico, le informaremos de cada paso de su cirugía, de los problemas que puedan surgir y de las posibles soluciones con las que los podemos subsanar, de manera que se sienta acompañado en todo momento, eliminando la sensación de que no se han cumplido sus expectativas iniciales, lo cual puede derivar en el rechazo a los retoques posteriores necesarios.
Esta cirugía tan compleja nos supone siempre un reto que debemos resolver con los conocimientos quirúrgicos, técnicos, tecnológicos y estéticos necesarios, aportando toda nuestra sensibilidad en la escucha de lo que el paciente nos solicita para saber personalizar la satisfacción de sus necesidades: una nariz siempre bella y funcional, de aspecto natural y en armonía con su rostro, que le aporte seguridad en sí mismo y calidad de vida.
Nuestra rinoplastia es una búsqueda de la excelencia, un continuo “aprender a escuchar, mirar y ver” para saber elegir qué es lo más adecuado y para quién, abierto a las renovaciones y a la adopción de cambios dentro del natural devenir de la evolución quirúrgica.